Entre los 26 y los 35 años los embarazos y el estrés alteran tu peso. Los kilos de cada embarazo pueden quedarse en tu cintura y tus caderas. Éste es el mayor riesgo a esta edad, unido al cansancio con el ajetreo de los niños.

Si no tienes hijos, puedes seguir con las recomendaciones de la Dieta a los 25, sólo que tienes que reducir un poco las calorías diarias y aumentar el ejercicio. Pero si te has quedado embarazada, tienes que poner mucha atención a tu alimentación; no se trata de comer por dos sino de comer dos veces sano.

Durante el embarazo debes controlar tu apetito para engordar sólo lo que te diga el ginecólogo. Y cuando el bebé nace, tus obligaciones se multiplican y es casi seguro que dormirás menos.

En el embarazo hay alimentos que no puedes ni ver y otros que te apetecen d una forma compulsiva. No se sabe muy bien por qué sucede esto, pero al parecer, el apetito voraz por ciertos alimentos se debe a razones hormonales y psicológicas; responde a necesidades de nutrientes que tiene el organismo.

Andar, nadar, hacer gimnasia que no conlleve saltos y los ejercicios de preparación al parto son muy convenientes, a no ser que tu ginecólogo te los desaconseje por algún motivo. El yoga también te irá muy bien, y después del parto te ayudará a tranquilizarte, controlar los nervios y el apetito, y ayudará a tu cuerpo a volver a ser el de antes. Si te decides por practicar esta milenaria técnica oriental durante la gestación, hazlo bajo las instrucciones de un experto, ya que debes evitar algunos ejercicios y limitar ciertas posturas.

Los principales riesgos a los 30 años son los dulces industriales, los fritos, el exceso de grasas y de sal, que contribuye a la retención de líquidos. Cuidado con las calorías. Ahora necesitas menos de las que comías en la etapa anterior de tu vida. Debes empezar a controlar un poco más lo que comes, pero no te preocupes porque esto no significa que no puedas permitirte un capricho de vez en cuando.

En el embarazo debes seguir una dieta sana y variada para mantenerte en tu peso. Con las verduras no pasarás hambre y cubrirás tus necesidades nutricionales: contienen fibra, que mejora el tránsito intestinal y sacia el apetito; te aporta las vitaminas y minerales que necesitas; y tienen un 80-90 % de agua, así que engordan poco.

Quizas tengas que enfrentarte a una depresión posparto. Es debida a reajustes hormonales y a problemas psicológicos: has perdido el protagonismo que tenías durante el embarazo y tu hijo está en primer plano; además, él es el causante de tu cansancio, no te deja tiempo para nada. Si te ocurre, consulta con tu médico. Algo que anima mucho es pensar que tu cuerpo volverá a ser el de antes y que tu vida se irá adaptando a la nueva situación.

Nada de comer por dos: el ginecólogo te vigilará mucho para que no ganes demasiado peso durante el embarazo, ya que te perjudicaría a ti y dificultaría el parto. Por termino medio, deberás subir entre 9 y 11 kilos; se suele decir que hay que engordar un kilo por mes, pero en realidad hay que tener en cuenta que al final se gana más peso.

Los dulces y grasas engordan mucho y los fritos, además, resultan muy indigestos. Los encurtidos tienen pocas calorías (son permisibles como antojo), pero pueden dañar el estómago si comes demasiados. Las fresas con nata no engordan tanto si tienen más fresas que nata. Las verduras son imprescindibles porque te aportan ácido fólico y vitaminas y minerales como calcio y hierro.