La diabetes la sufren aquellos enfermos cuyos organismos son incapaces de emplear correctamente la insulina, la hormona que se fabrica en el pancreas y que regula los niveles de azúcar en la sangre. La diabetes no tiene cura, pero haciendo una dieta saludable, un poco de ejercicio y un control regular de los niveles de glucosa (no debe subir del siete) se puede llegar a hacer una vida absolutamente normal.

La medición del nivel de azúcar en sangre que realizan en rutina los diabéticos es un método eficaz para determinar qué cantidad de insulina deben proporcionarse cada día. Pero para conocer si el tratamiento es el adecuado se necesitan datos precisos, como el nivel de hemoglobina glicada (A1C). Este parámetro es el registro del azúcar en sangre y determina si el enfermo de diabetes está controlado o si tiene riesgo de desarrollar patologías asociadas a su enfermedad. Este parámetro tan importante se determina por un sencillo análisis de sangre cuatro veces al año.

Las campañas de concienciación entre los enfermos y los profesionales sanitarios ponen todo su empeño para que los enfermos, además de realizarse controles diarios de su glucosa en sangre, vigilen periódicamente sus niveles de A1C para mantenerlos siempre por debajo de siete.

Las personas que no padecen de diabetes, el nivel de A1C, es decir el porcentaje de hemoglobina en los glóbulos rojos que tiene glucosa adherida, oscila entre el cuatro y el seis por ciento. En los diabéticos que tienen controlada su enfermedad, el nivel oscila entre el 6,5 y el 7; si el valor supera esta cifra, significa que la patología está fuera de control.

Existen múltiples factores que hacen alterar esta cifra, pero fundamentalmente suelen ser un estilo de vida poco saludable, con una alimentación desequilibrada y la ausencia de ejercicio físico. Además, la falta de un tratamiento adecuado lps que suelen disparar la cifra por encima de siete.

Mantener a raya la A1C por debajo del siete rebaja mucho la posibilidad de enfermedades. Una reducción del 1%, por ejemplo, disminuye el riesgo de muerte en un 25%, un 18% de sufrir infarto de miocardio y hasta un 35% la probabilidad de enfermedades renales y oculares.

En la diabetes se pueda dar las llamadas enfermedades en cascara, en la cual se encuentran muchas personas a las que un nivel alterado de glucosa los coloca en riesgo de sufrir infartos, ictus, retinopatías que pueden ocasionar ceguera, dolencias de riñón que pueden requerir diálisis o incluso transplantes así como hemiplejias. Un simple análisis evitaría estas patologías.

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