Las vitaminas son necesarias sólo en cantidades muy pequeñas (del orden de milésimas de gramo o millonésimas de gramo), pero sin ellas nuestro organismo no puede mantenerse con vida. Para evitar las deficiencias vitaminicas debemos incorporar a nuestra dieta alimentos ricos en estos nutrientes.

Las vitaminas no aportan energía, pero son muy importantes porque participan en los procesos metabólicos que permiten aprovechar las grasas, los hidratos de carbono, las proteínas el resto de los nutrientes que ingerimos en nuestra alimentación. Cuando somos niños nos aseguran el desarrollo óptimo de los huesos, músculos y demás estructuras, y mientras somos adultos, las vitaminas permiten la regeneración de los tejidos y el buen funcionamiento de los procesos fisiólogicos.

La inmensa mayoría del total de las trece vitaminas indispensables, se obtienen de la alimentación, unas pocas se sintetizan en nuestro organismo, como es el caso de la vitamina D, que la forma nuestra piel con la exposición al sol o las vitaminas K, B1, B12 y ácido fólico que se producen en cantidades ínfimas de la mano de la microflora intestinal; de ahí la importancia del buen mantenimiento de estos microorganismos.

Para asegurarnos de que no nos falten las vitaminas seguiremos una dieta equilibrada en la cual se integren mucha fruta y verduras frescas, cereales integrales, frutos secos y semillas en cantidades moderadas, así como alimentos de origen animal como leche y huevos.

Las carencias de vitaminas son inusuales en nuestra sociedad moderna, pero sin embargo, son frecuentes las ligeras deficiencias que además, pasan desapercibidas por lo que se convierten en un problema para el futuro.